A mediados de los años ochenta, todo avanza en una buena dirección. La familia crece con el nacimiento de su segundo hijo y el trabajo se enfocaba más en el arte de la fotografía, pero todo esto, queda opacado a causa de una enfermedad mental que aparta al artista por completo de sus actividades profesionales.
Durante su periodo de recuperación, comienza a hacer pequeños dibujos y bocetos que poco a poco se convierten en dibujos más grandes, más complejos y partes de unas primeras colecciones.
Desde entonces, su objetivo cambia por completo. Su relación con la fotografía se estanca, y los próximos treinta años los pasa creando toda una obra pictórica, extensa y profunda, que no deja de ser también, una continuación de su narrativa propia sobre un papel de dibujo.
Ya recuperado, se incorpora de nuevo a la vida profesional. Esta vez en otra empresa como delineante, por entonces, se separa de su mujer y sus hijos y emprende un viaje en solitario que le lleva a vivir en diferentes lugares de la ciudad donde pasa las horas que le restan del trabajo, dibujando y estudiando su obra.
La variedad y cantidad de obra creada es extensa y basta, pero cada cuadro nos capta de forma individual y nos presenta una historia meditada, un razonamiento, una idea sobre el papel y un sentimiento.
Cada vivienda que habita, lo denomina como periodo creativo. Esa influencia escénica y vital se refleja en su obra como se refleja la madurez del artista, la continuidad de la narrativa y el esfuerzo de crear una obra que de forma mínima y sin pretensiones, muestra su gran técnica heredada y fruto de su trabajo profesional.
Hablamos de la línea, la geometría y el objeto sobre el plano. Su conocimiento sobre fotografía y composición y su experiencia creativa no dejan de estar presentes, pero en esta ocasión, se suma su capacidad de dibujo técnico. Es un gran momento creativo, se refleja en cada línea que traza sobre el papel. Ahora, su estilo está consolidado y detrás de cada estudio y cada boceto, se encuentran grandes colecciones.
Existen dos periodos concretos, los cuales se prolongan en el tiempo, que dan fruto al gran volumen de obra dibujada. Por entonces, su estabilidad personal y su ya consolidada obra, le hace ver la posibilidad de hacer una exposición. Prepara un dosier de presentación y se reúne con el entonces director del MACBA (Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona), con el director de la Fundación Tapies y con el director del Centro Cultural Metropolitano Tecla Sala, pero en ningún encuentro llega a un acuerdo.
Este es un mal momento para el artista que sigue trabajando sin descanso y sin alguna pretensión de mostrar formalmente su obra en un espacio expositivo.
Con los años y debido a un nuevo periodo de crisis mental, su producción disminuye a la vez que se prejubila y aparta de la vida profesional y el contacto con la técnica de precisión manual.
Es entonces cuando inicia un aprendizaje sobre un programa de diseño digital (AutoCAD) y plasma en este, todas sus ideas y próximos proyectos artísticos, encontrando en esta nueva herramienta, una forma de creación infinita donde puede con un sencillo comando, añadir líneas y líneas de profundidad a sus tramas. Estas obras son replicables y técnicamente escalables en dimensiones y en profundidad de resolución gracias a las nuevas tecnologías gráficas.
En esta nueva etapa, de dibujo digital, recibe una propuesta para inaugurar una exposición en una sala del Boston University College of Fines Arts. Esta será la última vez que su obra verá la luz, expuesta y prolongada, pues su visión cada vez más cansada le impide pasar largas horas de trabajo frente a un ordenador.